Autonomía municipal bonaerense: un escudo frente a los desastres naturales

La catástrofe climática que azotó al Municipio de Bahía Blanca recientemente, con tormentas que descargaron casi 300 milímetros de lluvia en muy poco tiempo, dejó al descubierto una dolorosa realidad: la falta de preparación y la obsolescencia de la infraestructura municipal ante eventos extremos. Las inundaciones devastaron barrios enteros, causaron pérdidas humanas y materiales irreparables, y expusieron la vulnerabilidad de un Municipio que, como muchos en la provincia de Buenos Ayres, depende de decisiones centralizadas desde La Plata o del estado nacional. Este desastre no fue solo un capricho de la naturaleza, sino el resultado de décadas de desidia en la gestión pública y de un régimen municipal -del S.XIX- que limita la capacidad de acción local.
Ante esta tragedia, es imperativo replantear la estructura de los gobiernos locales en la provincia. La autonomía municipal plena, acompañada de la implementación de Cartas Orgánicas, se presenta como una solución viable y necesaria para evitar que desastres como el de Bahía Blanca se repitan. Esta propuesta no es una invención moderna, sino que rescata la tradición hispánica de los cabildos, instituciones que durante siglos permitieron a las comunidades gestionar sus asuntos con independencia y cercanía a los vecinos. En el S.XXI, recuperar esta herencia significa otorgar a los municipios de nuestra provincia la capacidad de dictar sus propias normas, gestionar recursos y diseñar políticas adaptadas a sus realidades específicas o…decidir por sí o por no los resultados de los informes que elaboren organismos como el CONICET.
En el caso de Bahía Blanca, la autonomía municipal habría permitido priorizar obras de infraestructura crítica, como sistemas de drenaje modernos y barreras contra inundaciones, que podrían haber mitigado el arrastre del agua por la ciudad. Con una Carta Orgánica, el municipio podría haber establecido la obligatoriedad de estudios de riesgo climático y diseñado protocolos de emergencia específicos para su geografía y clima. Además, la descentralización del poder habría facilitado una respuesta más rápida y coordinada ante la tormenta, evitando la burocracia que retrasa las decisiones cuando se depende de autoridades lejanas.
La participación del pueblo, otro pilar de la autonomía municipal, también habría jugado un rol clave. Los vecinos de Bahía Blanca, involucrados en la planificación y ejecución de planes de contingencia, podrían haber fortalecido la resiliencia local, reduciendo la magnitud del impacto. La innovación, como la implementación de sistemas de alerta temprana basados en tecnología de monitorización en tiempo real, habría permitido anticipar la magnitud de la tormenta y tomar medidas preventivas, algo que la estructura actual no facilitó.
La catástrofe de este 2025 debe ser un punto de inflexión. La autonomía municipal no solo es una herramienta para mejorar la gestión pública, sino también para construir una provincia más equilibrada y preparada para los desafíos de la variación climática. Bahía Blanca, con su dolorosa experiencia, se convierte en un caso emblemático que debería motivar una reforma profunda en la estructura municipal bonaerense. Es hora de que los municipios dejen de ser meros ejecutores de políticas centralizadas y se transformen en verdaderos gobiernos locales, capaces de proteger a sus vecinos y honrar la tradición de gobierno local que heredamos del cabildo virreynal.
Invitamos a los lectores y a las autoridades a considerar seriamente esta propuesta. La próxima tormenta no esperará a que estemos listos; depende de nosotros actuar ahora para que este presente de los bahienses no se repita en nuestras comunidades.
Luis Gotte
la trinchera bonaerense
Coautor de “Buenos Ayres Humana I: La hora de tu comunidad” (Ed. Fabro, 2022), “Buenos Ayres Humana II: La hora de tus Intendentes” (Ed. Fabro, 2024), y en preparación: Buenos Ayres Humana III: La hora de Nuestros Legisladores y Concejales” (Ed. Fabro, 2025).
