Cómo impactó la llegada del Belgrano Sur en los vecinos de Villars y Plomer: turismo, Universidad de Buenos Aires e historias imperdibles de vecinos ejemplares
Los pueblos, desde su historia, han crecido a la vera del ferrocarril. El tren de por sí no trasladaba pasajeros comunes hasta las grandes urbes sino fue (y es) el medio de transporte más económico y voluminoso para trasladar grandes cargas desde provincias a otras. O bien, facilitando el comercio entre los productores nacionales con los importadores de sus productos, vía puertos de Buenos Aires.
En esas épocas, Villars y Plomer, dos localidades muy pintorescas, tranquilas y visitadas del partido de General Las Heras, tenían más del doble de habitantes de los que hoy están radicados (no turistas). Raro, pero hasta hace 40 años entre ambas localidades superaban los 6 mil habitantes y hoy no llegan a los 2800. Son pueblos hermanos unidos por el tren, a 10 kilómetros de distancia entre uno y otro. Forman parte de un circuito de turismo rural, muy aclamado por los ferroaficionados, grupos de motoqueros, y ciclistas, que de a poco gana popularidad por su historia y todo lo que tienen para ofrecer.
En medio de una gran emoción, el evento se vivió como un verdadero hito, y atrajo oportunidades que antes consideraban impensadas: la llegada de una unidad de CBC de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para estudiar el primer año de 66 carreras, y un proyecto cultural muy prometedor que une a todos los vecinos.
Rodrigo Illarraga tiene 36 años, es investigador del Conicet, doctor en filosofía y profesor de Ciencias Políticas. Hasta hace tres años vivía en un dos ambientes en Microcentro, y cuando se desató la pandemia de coronavirus sintió la necesidad de mudarse a un lugar con más espacios verdes, naturaleza y sensación de libertad. “Me gustaba visitar pueblos los fines de semana, conocía Villars de oído, porque mi padrino tuvo campo ahí hace muchos años, y de repente apareció una posibilidad de un loteo, sin haberlo buscado, casi que por azar, y empecé a construir mi casa”, cuenta en diálogo con este medio. Para su madre fue emocionante que eligiera ese lugar, y para él fue amor a primera vista. Lleva dos años y medio viviendo en la localidad, y aunque todavía se define como “un recién llegado”, el cariño que siente por estos pagos es genuino y exponencial.
Hoy es el director del proyecto Villars Cultural, un equipo compuesto por 20 voluntarios, estudiantes, docentes, e investigadores, de entre 20 y 50 años, principalmente de la UBA, pero también de la Universidad Nacional de Moreno y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Juntos conforman una red de cooperación científico-cultural, que se propone colaborar con la organización y fomento de actividades, tanto de índole lúdico para las primeras infancias, como opciones de formación profesional con festivales y emprendimientos regionales.
“Hay varios programas de extensión universitaria avalados por el Ministerio de Educación, para conectar el mundo de la universidad, de la cultura, del conocimiento, con la sociedad, y apliqué varios para traer talleres, compartir con los dos pueblos, y empezó a haber muy buena recepción”, comenta con alegría. La primera actividad que hicieron fue en el Centro de Jubilados, para homenajear la fundación de Villars, y la histórica estación ferroviaria, que fue fundada con la inversión de capitales franceses hace más de 100 años. Abuelos que son hijos de la primera generación, que asistieron a una escuela de maquinistas y aprendieron a manejar los trenes en el antiguo taller, que todavía conserva vestigios y huellas de los años gloriosos, brindaron testimonio.
Durante años quienes se ocuparon de la recuperación y el mantenimiento de la estación fue la asociación Asociación Amigos del Ferrocarril Belgrano, que no sólo pusieron en valor el emblemático edificio, sino que organizaban visitas guiadas y lo utilizaban como museo. “Tuvieron que ceder el espacio porque ahora pasó a ser una estación operativa, que funciona, así que están en un proceso de migración para dónde se van a instalar; gracias a ellos hicimos recorridas arquitectónicas, donde se puedan apreciar las alcantarillas, la usina eléctrica, y las ruinas de los viejos talleres”, indica Rodrigo.
La vuelta soñada
Villars está a poco más de una hora de viaje en auto desde la Ciudad de Buenos Aires, con acceso por la Ruta Provincial 6, pero ahora la movilidad propia no es la única manera de ir. Como ocurrió en muchos pueblos bonaerenses, en la década de los ‘90 el tren había sido cancelado, y ya desde los ‘70 había empezado a reducir los servicios hasta que desaparecieron por completo.
Hay servicios todos los días, pero sueñan con que se aumente la frecuencia, para que los visitantes tengan más opciones. Este efecto dominó de buenas noticias llegó también a Plomer, porque empezó a haber actividades también allí, y la fuerza de empuje generó que tenga su propia feria, y se mantiene hasta la actualidad. “Los artesanos de la zona se organizaron, gestionan artistas, y llevan sus productos, tanto comidas caseras como sus artesanías todos los fines de semana, que es cuando más gente llega”, comentó la concejal herense Belén Zurdo.
La UBA en los pueblos rurales
Rodrigo da clases tres veces por semana en la carrera de Ciencias Políticas de la UBA, y esos días viaja desde Villars hasta Capital. A veces en transporte público, otras en auto o en moto. “Me despierto y veo puro verde, es puro campo y después la ruta, y eso no tiene precio”, sostiene, convencido de que cualquier desventaja se compensa con la calidad de vida que tiene desde que se mudó. Dejar el auto con las llaves puestas, más de una vez no cerrar el portón, salir y tomar mate con los vecinos, ver cómo crecen los chicos y cómo pasan su infancia en bicicleta, son detalles que no negocia.
Era una deuda pendiente ofrecer educación universitaria a las localidades, porque solo se podía estudiar hasta la secundaria, y después había que enfrentar el desarraigo y gastos de traslado a ciudades cercanas. A fines de marzo del año pasado el CBC comenzó a funcionar a 20 minutos, en el Centro Universitario General Las Heras, donde se puede estudiar el primer año de 66 carreras relacionadas al área de salud y humanidades. Veterinaria, Enfermería, Medicina, Nutrición y Psicología son algunas del listado. “Fue una apuesta del municipio y de la UBA muy grande, yo estoy chocho de la vida porque va a ser como un centro universitario regional, y la primera camada estuvo compuesta por vecinos de varios lugares, no sólo de Villars, Plomer y Lozano, sino también de Marcos Paz, Cañuelas, etc. “En el acto de inauguración había mucha gente emocionadísima, a una chica graduada de Antropología se le caían las lágrimas pensando en todo lo que tuvo que viajar, y que ahora sus hijos van a poder vivir el primer año de universidad cerca de su casa”, destaca.
Visualizan el futuro con esperanza, se aferran a que los servicios diarios aumenten, y a que la unión de la comunidad siga haciendo la diferencia.
Mariano Plaza