La ciudad Buenos Aires es una de las ciudades más fascinantes de Latinoamérica, llena de cultura, opciones gastronómicas, vida nocturna y maravillas arquitectónicas, lo que hace que sea un destino muy buscado por viajeros de todo el mundo y cada vez más nómadas digitales.

Pero también es lógico que una metrópoli tan grande resulte abrumadora, y después de un tiempo en ella sientas ganas de tomarte un respiro.

Al ser un país tan grande, los principales destinos turísticos de Argentina se encuentran muy lejos de Buenos Aires y distanciados entre sí, por lo que no es muy práctico hacer una escapada desde la capital a estos lugares.

Pero aunque muchos no los conozcan, hay una gran cantidad de pueblos de Buenos Aires muy interesantes para visitar a una distancia relativamente cercana de la gran ciudad, ya sea como una excursión por el día o para pasar un tiempo rodeado de tranquilidad.

8 de los mejores pueblos de Buenos Aires para una escapada
Ahora sí, conozcamos ocho pueblos de Buenos Aires muy interesantes para visitar, especialmente si te encuentras en la capital y estás buscando una escapada a una distancia relativamente cercana:

1. Isla Martín García
A solo una hora de distancia en tren desde la Ciudad de Buenos Aires, se encuentra Tigre, lugar muy popular por su mercado de frutos, especializado en muebles de madera y mimbre.

Tigre es además el puerto desde donde embarcarse hacia las pacíficas islas del Delta del río Paraná, uno de los más grandes del mundo. Hay quienes por falta de tiempo hacen una excursión en catamarán por el delta, pero mucho mejor aún es pasar al menos una noche en alguna de sus islas, donde los isleños llevan un estilo de vida totalmente distinto a la gente de la ciudad que está apenas a unos kilómetros de distancia.

Entre estas islas se encuentra Martín García, la cual forma parte importante de la historia argentina al haber sido utilizada como prisión para políticos durante la primera parte del siglo xx, entre los que estuvo Juan Domingo Perón. Además, es la única frontera «seca» entre Argentina y Uruguay, ya que la isla está dividida entre los dos países (la mitad uruguaya lleva el nombre de Timoteo Domínguez).

2. San Antonio de Areco
Areco es uno de los pueblos de Buenos Aires que mejor mantiene las costumbres gauchescas, lo que le ha valido la designación de «Capital nacional de la tradición».

Paseando por sus calles empedradas te cruzarás con gauchos y podrás sentarte a tomar un aperitivo en alguna de sus pulperías (bares tradicionales) que te harán viajar en el tiempo.

En las últimas décadas se ha convertido en un popular destino para turistas internacionales, que pasan un día de campo en alguna de las muchas estancias preparadas para esto. Pero nuestra recomendación es que te quedes al menos una noche en el pueblo para poder sentir el ambiente, visitando una de sus peñas donde se presentan músicos locales.

San Antonio de Areco es el lugar donde se desarrolla el mítico libro gauchesco Don Segundo Sombra, escrito por el novelista Ricardo Güiraldes, descendiente directo de los fundadores del pueblo, y cuya casa es actualmente un museo.

3. Tandil
Tandil es sinónimo de quesos y salamines, pero ese no es el único motivo para visitar este destino tan popular entre los porteños que buscan desconectar de la ciudad.

Aunque llamarlo «pueblo» es reducir sus dimensiones, lo incluimos en esta lista ya que es un lugar que mantiene un ambiente muy relajado y cumple perfectamente con la consigna de este artículo, que es recomendar localidades de la Provincia de Buenos Aires para una escapada.

Además de comer unas suculentas picadas, subir al Cerro El Centinela es una actividad imperdible, donde además de ver a la curiosa piedra que le da nombre, tendrás una excelente panorámica y es muy probable que te encuentres con más de un carancho.

4. Carlos Keen
La ciudad de Luján es famosa a nivel nacional por su basílica, que es uno de los puntos de peregrinaje religioso más importantes del país. A pocos kilómetros se encuentra el pequeño pueblo de Carlos Keen, por lo que puedes incluir ambos destinos en tu escapada.

Carlos Keen se formó a fines del siglo XX como una de las estaciones ferroviarias para llevar los productos de las pampas hasta el puerto de Buenos Aires. Cuando el tren dejó de pasar, el pueblo fue perdiendo a sus habitantes y quedó prácticamente despoblado.

Con el aumento del interés por revalorizar pueblos olvidados y conocer su historia, Carlos Keen tuvo un resurgimiento. El turismo comenzó a convertirse en una de sus principales actividades, especialmente los fines de semana cuando se llena de gente paseando por sus callecitas de construcciones tradicionales, donde destaca la antigua estación de tren.

5. Uribelarrea
Similar al caso de Carlos Keen, Uribelarrea creció vertiginosamente durante las décadas de 1930 y 1940 gracias a la producción lechera, pero al pasar su apogeo entró en un pronunciado declive.

Para los años 2000 se empezó a prestar mayor atención a sus características de pueblo antiguo muy bien conservado, con construcciones que datan de la época en que se establecieron principalmente estancieros vascos, italianos y alemanes. Esto hizo que fuera escenario de varias películas, entre ellas «Evita» de Alan Parker.

6. Los Toldos
Lugar de nacimiento de Eva Duarte («Evita»), Los Toldos nació como una toldería (asentamiento) de mapuches que llegaron desde el otro lado de la cordillera. Descendientes de la tribu original siguen siendo parte importante de su población y organizan visitas guiadas mostrando sus tradiciones.

Lógicamente, también se resalta la figura de su habitante más famosa: «Evita». La casa en la que nació es hoy el Museo Eva Perón.

El queso gouda es otro protagonista de Los Toldos. Su receta fue traída por una familia holandesa que se asentó a finales de la década de 1940 y comenzó a producirlo. Esta fue pasada hacia los monjes fundadores del Monasterio Benedictino “Santa María de Los Toldos”, y actualmente continúan el legado los descendientes de estos. Durante el Festival del queso, el gouda es el protagonista.

7. Chascomús
Cuando se menciona a Chascomús lo primero que viene a la mente es su famosa laguna, y relajarse a su orilla es una de las motivaciones para pasar unos días en esta pequeña ciudad ubicada a 120 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires.

Dar la vuelta a la laguna en bicicleta (alrededor de 30 km) es una de las actividades para los que buscan algo más que pasar todo el día descansando.

También hay varios sitios históricos, entre los que se destacan:

Capilla de los negros: construida en 1862 por la pequeña comunidad africana asentada en Chascomús, quienes pidieron al municipio el permiso para levantar «un cuarto de las Ánimas y demás objetos indispensables a nuestros regocijos festivos». La capilla actual es una reconstrucción ya que en 1950 un temporal la destruyó casi por completo.

Casa del presidente Raúl Alfonsín: quien en 1983 fuera electo como el primer presidente constitucional de la nación con la vuelta a la democracia luego del período de dictadura militar, nació y se crió en Chascomús. La casa sigue perteneciendo a la familia Alfonsín y no se puede visitar por dentro.

Edificio de la Municipalidad: pintoresca construcción de estilo colonial (foto de abajo) edificada sobre las bases del antiguo cabildo.

Casa de Casco: amplia vivienda que, según la leyenda local, fue construida en 1831 luego de que un malón de indios robara a uno de los hijos de Vicente Casco. Tras este hecho, por protección Casco decidió construir una casa de dos pisos con una escalera de madera que pudiera ser levantada. En ella vivieron varios personajes notables de la historia chascomunense, y se filmó la película Camila. La casa está abierta a visitas.

Museo pampeano: levantado representando a un típico fuerte pampeano para dar a conocer la cultura gauchesca. Ubicado frente al Parque Libres del Sur, lugar que conmemora los cien años de la Batalla de Chascomús, cuando los hacendados rebelados se levantaron frente al gobierno de Juan Manuel de Rosas.

8. San Pedro
A orillas del río Paraná, por lo que gran parte de su atractivo es el de disfrutar de su costanera y playa.

Pasear por su casco histórico es otro imperdible, visitando lugares como la Casona de 1830 (actualmente se encuentra la oficina de turismo) y la la iglesia Nuestra Señora del Socorro.

A unos 20 kilómetros de San Pedro se encuentra el lugar donde se dio la histórica batalla de Vuelta de Obligado en 1845, un enfrentamiento fluvial en el que las tropas nacionales frenaron el avance de la flota anglo-francesa colocando cadenas de una punta a la otra del río. Parte de estas imponentes cadenas y algunos cañones se conservan en lo que es hoy un museo y reserva natural de vida silvestre.

Y no podés irte de San Pedro sin probar sus típicas ensaimadas, rosca dulce rellena de crema pastelera originaria de Mallorca, receta traída por inmigrantes de esta isla de España.

 

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